En 1557 arribamos al Nuevo Mundo, en el actual Chile, con una numerosa expedición a ejecutar nuestro plan de conquista. Ahí nos encontramos con un fuerte adversario, un pueblo nativo amante de la libertad y guerrero por naturaleza que, mantenía en frecuente lucha con otros pueblos por el dominio del territorio del que se habían autoproclamado propietarios, logrando salir siempre victoriosos frente a sus adversarios. Al ser feroces guerreros su fama era conocida a lo largo de todas esas tierras, resguardadas celosamente por 16 fuertes varones, nacidos de madres bárbaras para proteger su imperio. Tal era su imponencia que, ninguno había podido vencerlos hasta nuestra llegada. Sin embargo, no pensamos que nos fuesen a causar problemas. Aún con nuestra notable ventaja no fue fácil vencerlos, ya que su espíritu indomable hizo que no dudaran en derramar su propia sangre y la ajena para mantener su dominio. Fue una guerra atroz, la que se desató para terminar con este pueblo vencido, que murió luchando por su libertad.
Por: Tatiana Quiñones Hernández, 9°A
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