Nuestro existir depende de ciertas acciones tan esenciales para vivir. Sin embargo, por la misma rutina del vivir, olvidamos o no nos percatamos de su verdadera importancia. Una de ellas: respiramos sin darnos cuenta. Esta acción de respirar nos permite oxigenar las células de nuestra sangre, vital para el funcionamiento de nuestro cuerpo. Por eso, si respiramos ¡Vivimos! Así tan sencillo y complejo a la vez.
Otra acción desapercibida es: filosofamos sin darnos cuenta. Esta acción de filosofar lo hacemos en nuestra cotidianidad, a través de preguntas: ¿Quién soy? ¿Existe Dios? ¿realmente somos libres? ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Qué hay después de la muerte? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es la justicia? entre otras cuestiones, que nos permiten seguir viviendo. O, acaso es posible que el ser humano ¿ pueda vivir sin preguntas que problematicen su existir? Entendiéndose que vivir, es también existir como seres pensantes. De este modo, si filosofamos ¡Vivimos! Así tan sencillo y complejo a la vez.
En este orden de ideas, si no pensamos – filosofamos –, no vivimos desde la esencia del pensar humano. Pues, no hacer esta acción, ni siquiera siendo consciente de ello, es existir sin estar vivos. Pues, existir difiere del vivir como pensar humano (filosofando), dado que se puede existir sin por ello decir que se está vivo de este modo.
Vivir filosofando, se pueda dar de forma consciente e inconsciente.
Por ejemplo, quienes hacen filosofía sin darse cuenta, lo hacen de manera inconsciente desde la cotidianidad. Y, quienes lo hacen de forma consciente, lo hacen desde la filosofía como campo disciplinar; tanto aquellos quienes la estudian como profesión o son amantes a ella.
De todas formas, tanto, los unos como los otros, respiran filosofía, de forma consciente e inconsciente, y por ende viven al existir.
La cuestión está ¿hay personas que existen, pero no viviendo?, pues recordar que existir difiere del vivir, pues, no es suficiente con respirar físicamente, pues también se requiere de respirar filosofando.
Pues, el problema no es respirar sin darnos cuenta, sino el de no respirar. Así tan sencillo y complejo a la vez. Pues, no hay nada más complejo, que lo sencillo, y no hay nada más sencillo que lo complejo, como el acto de filosofar, es decir de respirar.
Atentamente,
Nencer Losada Salgado. Docente de Filosofía y ética
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