
Myriam Parra Castro Docente
Es indudable que, desde sus orígenes, el periodismo femenino en Colombia ha estado marcado por un compromiso con sus comunidades, por un deseo de equidad y justicia social, de respeto y reconocimiento de los derechos que a diario son vulnerados, de denuncia e información imparcial, con la finalidad de conseguir cambios sociales tan necesarios en nuestro país. Para muchas periodistas y escritoras como Laura Restrepo, Piedad Bonnet, Yineth Bedoya o María Jimena Dussán, entre tantas otras, la narrativa objetiva o ficcional se ha convertido en una valiosa herramienta para manifestar su descontento con la situación actual del país y su compromiso político con los sectores menos favorecidos, sacando a la luz pública numerosos episodios de corrupción, criminalidad e injusticia social.
Su copiosa producción periodística y literaria ha logrado no sólo mostrar la realidad en que sobreviven las comunidades menos favorecidas, sino escapar a la censura que ha convertido el ejercicio periodístico en un instrumento de poder, utilizado para ocultar la realidad y persuadir a la opinión pública de que todo marcha bien, de que es mejor mantener la venda y permanecer ajenos a la verdad.
Desde esta perspectiva, resulta interesante observar cómo muchas periodistas y escritoras, han logrado propiciar notables cambios en la manera de pensar, iniciando transformaciones sociales en distintas comunidades valiéndose de testimonios femeninos para publicar textos narrativos, documentales y periodísticos como formas de inclusión social y de denuncia. A pesar de estos logros, en la actualidad es difícil encontrar en Colombia, un periódico de gran aceptación que sea dirigido por una mujer, trabajo que se ve obstaculizado en gran parte, porque para ejercer la profesión de periodista se exige preparación universitaria, hecho que limita la participación femenina, porque solo a mediados del siglo veinte, las mujeres pudieron ingresar a las universidades sin tantas restricciones y fueron aceptadas en las facultades de comunicación; mientras que los hombres llevan varios siglos ejerciendo este oficio y preparándose para dirigirlo.
De otro lado, para nadie es un secreto que varias mujeres tienen cabida en el campo periodístico, gracias a que pertenecen a las familias propietarias de los periódicos, o cercanas al partido de gobierno, lo cual les facilita su entrada. Desde luego, no es un caso generalizado ni es la única forma de acceder a estos espacios públicos si consideramos que, en pleno siglo veintiuno, existe una mayor preparación profesional de las mujeres en el campo de la comunicación y en otras tantas profesiones.
De todas formas, el compromiso político y social de las mujeres intelectuales ha sido, y continúa siendo una labor fundamental no sólo para una mayor inclusión del género en los asuntos políticos, sociales y culturales, sino para seguir sacando a flote los episodios de nuestra historia reciente y que se intentan mantener ocultos o en el olvido. No podemos ser ajenos a este importante legado de las mujeres en las letras y el periodismo colombiano, pues sus voces se convierten en una invitación a seguir propiciando, a través del periodismo, los grandes cambios muy necesarios en nuestro país.
Por: Myriam Parra Castro
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