El ser humano es una de las creaciones más excepcionales del universo, está maravillosamente dotado de numerosos sistemas que a través de un trabajo conjunto operan armoniosamente para conservar el estado de salud del mismo y mantener la homeóstasis o balance que se requiere para estar en equilibrio.
Uno de sus componentes fundamentales es el cerebro, el cual controla el pensamiento, los sentimientos, el aprendizaje, la memoria, el lenguaje y el movimiento, es decir, controla todas las funciones del cuerpo, enviando los mensajes a través del sistema nervioso, el cual está compuesto por el sistema nervioso central (el cerebro y la médula espinal) y el sistema nervioso periférico (nervios que se extienden por todo el cuerpo).
En el caso de la memoria, el pensamiento y el lenguaje que se llevan a cabo en el cortex cerebral también conocido como la ‘materia gris’, han sido motivo de estudio desde diferentes perspectivas “incluyendo la neurología, psicología, sociología, filosofía, las diversas disciplinas antropológicas, y las ciencias de la información -tales como la inteligencia artificial, la gestión del conocimiento y el aprendizaje automático-” (Suárez, 2016, pág. 5), a partir de las cuales se plantean amplios debates en cuanto a las relaciones que se establecen entre los unos y los otros.
De acuerdo a Ortiz Ocaña (2009) citando a Ander-Egg (2008), estos procesos cognoscitivos utilizados de manera creativa y coherente en la actividad y en la comunicación del ser humano con sus pares y con el medio que le rodea, contribuyen a estimular el desarrollo de la inteligencia, la cual ha sido definida de diversas formas, que la reconocen desde el potencial genético- herencia, hasta el aprendizaje social, es decir, desde lo innato y lo adquirido o lo biológico y lo social, lo que significa que, aunque se nace con diversas potencialidades marcadas por la genética, éstas se pueden desarrollar o deteriorar dependiendo del entorno social, psíquico y cultural donde se desenvuelva y coevolucione el ser humano.
Una de las definiciones que en la actualidad cobra especial importancia es la desarrollada por el psicólogo norteamericano Howard Gardner quien la define como “la capacidad de resolver problemas, o de crear productos que sean valiosos en uno o más ambientes culturales”, lo que da lugar a comprenderla desde lo plural, ya no se trata de hablar de inteligencia, sino de inteligencias, por el reconocimiento de la diversidad de capacidades y habilidades. Es así como nace la teoría de las inteligencias múltiples (1985, 1988), en la cual se hace una distinción entre las diferentes formas de inteligencias, quedando contenidas de la siguiente manera:
La intrapersonal (capacidad para desarrollar un conocimiento profundo de uno mismo), la interpersonal (capacidad para relacionarse con los demás desde la empatía y la interacción social), cinésticacorporal (coordinación de movimientos), lingüística (capacidad para usar el lenguaje en todas sus expresiones y manifestaciones), lógico-matemática (capacidad de resolver cálculos matemáticos y poner en práctica un razonamiento lógico), espacial (percibe el entorno visual y espacial y lo transforma), musical (capacidad de percibir y expresarse con formas musicales) y naturalista (capacidad de observar y estudiar los elementos que componen la naturaleza, objetos, plantas, animales).
A partir de esta teoría Daniel Goleman retoma las dos inteligencias personales (intra e inter) y publica en 1995 el libro Emotional Intelligence, en este desarrolla el concepto de inteligencia emocional definido como, “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”, lo que permite entender que la inteligencia emocional está relacionada con la capacidad para la autoreflexión o para identificar las propias emociones y gestionarlas adecuadamente y con la habilidad para reconocer lo que los demás están pensando y sintiendo, lo que conduce a desarrollar habilidades sociales, empatía, asertividad, optimismo, entre otras.
Según Goleman (1995) citado por Jaimes Campos (2011), “Las personas con habilidades emocionales bien desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad” (pág. 11). Desde esta perspectiva se reconocen dos tipos de inteligencia, la personal, que está compuesta por competencias como la conciencia emocional de sí mismo, el auto control y la auto motivación; y la inteligencia interpersonal compuesta por las competencias de empatía y las habilidades sociales, las cuales permiten afrontar de manera satisfactoria y responsable los retos de la vida.
Consecuentemente y a manera de conclusión, desarrollar inteligencia emocional se constituye en la oportunidad de lograr un adecuado equilibrio psicológico que conlleve al bienestar personal; se ha comprobado que, a mayor inteligencia emocional, menor número de síntomas físicos, menos ansiedad social y depresión, más estrategias para solucionar los conflictos, mejor rendimiento académico y laboral, mayor salud mental y mejores ambientes de convivencia en los diferentes contextos, familia, escuela, trabajo. Por lo tanto, vale la pena revisar que tan inteligentes emocionales somos y como podemos fortalecer en el día a día, este tipo de inteligencia que resulta tan útil para aprender a ser y aprender a convivir desde supuestos mucho más humanizantes.
Referencias bibliográficas
Calle Márquez, M.G., Remolina De Cleves, N.R., y Velásquez Burgos, B.M. (2011). Incidencia de la inteligencia emocional en el proceso de aprendizaje. Obtenido de https://revistas.unicolmayor.edu.co/index.php/nova/article/view/176/352#:~:text=El%20sistema%20l%C3%ADmbico%20o%20parte,t%C3%A1lamo%2C%20cuya%20funci%C3%B3n%20es%20procesar
Jaimes Campos, M. (2011). Estilos de pensamiento e inteligencia emocional en estudiantes de psicología de dos universidades públicas. Lima, Perú: Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Facultad de Psicología. Unidad de Post Grado.
Ortiz Ocaña, A. L. (2009). Aprendizaje y comportamiento basado en el funcionamiento del cerebro humano: emociones, procesos cognoscitivos, pensamientos e inteligencia. Hacia una teoría del Aprendizaje Neuroconfigurador . Barranquilla, Colombia: Corporación Educativa del Litoral.
Suárez, A. (2016). Introducción a la Psicología de los Procesos Cognoscitivos. Compilación y adaptación. Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD. Obtenido de https://repository.unad.edu.co/bitstream/handle/10596/10800/Compilaci;jsessionid=B74701A900214DADA0368CFF5ABFF020.jvm1?sequence=1#:~:text=Los%20Procesos%20Cognitivos%20son%20los,pueden%20ser%20conscientes%20o%20inconscientes.
You must be logged in to post a comment Login